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Pensamiento Positivo vs. Constructivo: La Clave del Optimismo Realista

Foto del escritor: Adriana BárbaraAdriana Bárbara

¿Te ha pasado que estás atravesando una situación complicada y alguien te dice: “No te preocupes, tu piensa positivo”? ¿Qué sientes en ese momento? Muchas veces es frustrante escuchar ese tipo de comentarios, sientes que no te entienden y que en ese momento es prácticamente imposible pensar positivamente de manera honesta y genuina sin sentirte un hipócrita.


¿Entonces qué hacer? ¿Dar rienda suelta a la mente y aceptar los pensamientos tal y como vienen? En definitiva, no es lo más conveniente. Es mucho mejor dirigir nuestros pensamientos hacia una dirección positiva que dejarnos llevar por la situación y liberar desenfrenadamente una serie de pensamientos negativos y catastróficos. Esto, lo único que hará es hacernos sentir peor e incluso llevarnos a la depresión o ansiedad. Sin embargo, el caer en “positivismo” falso y forzado puede ser tóxico para nuestra mente llevándonos aún más a una sensación de tristeza profunda y frustración.


Así que, ¿Qué es lo que podemos hacer para no caer en un bucle de negatividad ante una situación desafiante?


La respuesta está en entrenarnos en pensar constructivamente siendo optimistas de manera realista. ¿Quieres saber cómo lograrlo? Acompáñame.


Antes que nada, es importante recalcar que el pensar positivamente no es malo, siempre y cuando sea utilizado de una manera consciente en conjunto con una aceptación de la realidad y que nos impulse a generar pensamientos constructivos.


Por ejemplo, supongamos que te detectaron una enfermedad. El pensar positivo te llevaría al pensamiento: “Todo va a salir bien”, lo cual, pudiera ser alentador y generar algo de esperanza, más realmente, no resuelve el problema y puede dejarte ansioso.  El pensar constructivamente te llevaría al pensamiento: “¿Qué puedo hacer hoy para mejorar mi salud?”, este pensamiento está ligado a una búsqueda de solución y te impulsa a una acción para resolver. Si combinamos ambos, se crea una serie de pensamientos, emociones, decisiones y acciones que en conjunto mejorarán tu bienestar y resultados.


Veamos el caso completo y cómo resulta al aplicar un optimismo realista en conjunto con pensamientos constructivos:


Hecho real: Me detectaron una enfermedad, no me agrada la situación, siento temor y preocupación.


Pensamientos constructivos: ¿Qué puedo hacer hoy para mejorar mi salud y atacar este problema? Seguramente esto tiene solución, puedo investigarlo y tomar acción. Me documentaré, seguiré indicaciones y me cuidaré adecuadamente.


Pensamientos positivos: Estoy en manos de buenos doctores, mi familia me apoya, tengo los recursos, todo va a salir bien, puedo con esto.


Emociones resultantes: Miedo controlado, preocupación constructiva, determinación, empuje, control, esperanza, seguridad.


Acciones: Investigación, cuidado de la salud, seguir indicaciones médicas.


Resultados: Mejora en la salud, desarrollo de resiliencia, sentido de logro.


Como puedes ver con el ejemplo, el Pensamiento positivo se enfoca en mantener una actitud optimista, priorizando afirmaciones, emociones y creencias positivas, incluso frente a situaciones adversas.


Por otro lado, el Pensamiento constructivo busca una solución práctica y proactiva a los problemas. No evita los desafíos ni las emociones negativas, sino que las utiliza como combustible para el cambio y la mejora.


Ambos tipos de pensamiento activan diferentes partes del cerebro. El pensamiento constructivo activa la corteza prefrontal, responsable del pensamiento crítico y la planificación, mientras que el pensamiento positivo puede estimular la producción de dopamina en el sistema límbico, generando sensaciones de recompensa y motivación.


La clave está en saber combinar y utilizar ambos tipos de pensamientos, esto con el fin de enfrentar mejor las situaciones adversas que canalicen nuestra energía hacia una dirección positiva y nos ayuden a resolverlas mejorando nuestros resultados.


A continuación, te comparto los pasos a seguir para lograrlo:


1.- Identifica la situación: reconoce los hechos y analiza los detalles de manera realista.


2.- Aplica el pensamiento constructivo: ¿Qué puedo hacer para solucionarlo? ¿Con qué recursos cuento?


3.- Aplica el pensamiento positivo: Ve la situación desde una perspectiva con esperanza.


4.- Planifica y toma acción: Has un plan y llévalo a cabo.


5.- Evalúa: Revisa tus resultados y pregúntate: ¿Qué funcionó y qué no? ¿Qué puedo mejorar en mi plan? Haz los ajustes necesarios.


Es importante mencionar que el estar conscientes sobre nuestras emociones nos ayuda a identificar qué tipo de pensamientos estamos teniendo, hacer un alto en el camino y cambiar de dirección si es necesario. Si tienes emociones negativas, es una señal de que tus pensamientos están en esa dirección. Para solucionarlo, has consciencia, sigue los pasos explicados anteriormente y apégate a ellos. De esta manera te asegurarás de mantener una coherencia entre tu pensar, sentir y actuar enfocados en construir y solucionar cualquier adversidad. ¿Estás listo para pensar positiva y constructivamente?


En mi proceso de Coaching en Neurociencia, ayudo a mis clientes a migrar de patrones de pensamiento negativos hacia un estado mental constructivo que les genere mejores resultados.


Si deseas aprender a entrenar tu mente hacia un estado constructivo y mejorar tu calidad de vida, te invito a conocer mi programa de Coaching en Neurociencia en www.adrianabarbara.com. Descubre cómo la ciencia puede ayudarte a alcanzar tus metas.


No te pierdas mi próximo artículo, donde seguiremos explorando sobre la mente y cómo usarla de manera efectiva para lograr sus objetivos.

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