¿Te ha pasado alguna vez que enviaste un mensaje importante y todo lo que obtuviste fue silencio? Esa falta de respuesta puede generar una tormenta interna, llena de dudas e inseguridades.
En este artículo, exploraremos cómo nuestra mente procesa esos silencios y cómo podemos transformarlos en oportunidades para crecer.
Primero que nada, empecemos entendiendo cómo funciona nuestra mente.
En nuestra mente radica nuestro condicionamiento mental, el cual está conformado por una serie de paradigmas o creencias que hemos adquirido a lo largo de la vida. Estos influyen en cómo interpretamos lo que nos rodea, incluyendo el silencio.
El entorno y los estímulos que nos rodean simplemente son, el sentido que toman se los damos nosotros mismos al interpretarlos de una u otra manera. Por ejemplo, dos personas viviendo en un mismo país pudieran interpretarlo diferente, una pensando que el país es inseguro y escaso y otra pensando que es libre, con gente alegre y con abundancia de recursos. La primera sintiendo temor y rechazo y la segunda agradecimiento y satisfacción.
¿Qué determina cómo interpreta cada uno el vivir en ese país? La respuesta es: el condicionamiento mental. La primera persona quizá fue criada en una familia llena de incertidumbre y recelo al país y su gobierno y la segunda en una familia alegre, viendo el lado positivo y viajando por los bellos lugares de esa nación. Aquí vemos cómo un mismo entorno y sus estímulos pueden ser interpretados de una manera totalmente diferente.
Como bien se dice, no vemos al mundo como es, sino como somos.
Una vez entendido esto, volvamos al tema del silencio. El silencio como resultado de un mensaje emitido es un estímulo del entorno que recibimos, aún y que no haya palabras de por medio, la falta de ellas es en sí un tipo de respuesta. Esto activa en nosotros nuestros paradigmas causando una interpretación que los confirma y nos lleva a pensar, sentir y actuar de acuerdo con nuestro condicionamiento mental.
Aquí un ejemplo:
Caso 1:
Laura tuvo una discusión con su pareja, al cabo de un momento, le envió un mensaje de texto en donde expresó su sentir sobre la situación y su preocupación sobre la relación. A los pocos minutos vio que su pareja leyó el mensaje, estuvo unos momentos en línea, y se desconectó.
Laura tiene un paradigma en su condicionamiento mental que dice: “Las personas no me valoran, no soy suficientemente buena”.
En su caso en particular, el no recibir respuesta es un detonante directo a su paradigma que le confirma su creencia de no ser valorada. Por lo tanto, esto la hace sentirse aún más insegura y la lleva a actuar: en este caso, va a buscar a su pareja llena de ansiedad y temor o incluso termina la relación pensando que su pareja no la quiere lo suficiente.
Caso 2:
María tuvo exactamente la misma situación de discusión, envío de mensaje y falta de respuesta.
A diferencia de Laura, María tiene un paradigma en su condicionamiento mental que dice: “Soy valiosa e importante, las personas cercanas a mi me aman tal y como soy”.
En este caso, el no recibir respuesta quizá la irrite por un momento, pero reflexiona, se tranquiliza y busca a su pareja para hablar en persona sintiéndose segura y confiada en ella misma.
Este ejemplo muestra cómo Laura, al estar atrapada en un paradigma negativo, tiende a reaccionar de forma impulsiva y ansiosa. En cambio, María, con un paradigma positivo, es capaz de mantener la calma y actuar con seguridad.
Así que, ¿Qué podemos hacer para manejar los silencios de una manera positiva? Aquí algunas recomendaciones:
1.- No reacciones impulsivamente: Tendemos a reaccionar automáticamente conforme a nuestro condicionamiento, necesitamos tiempo para procesar y responder de la mejor manera. Date ese tiempo.
2.- Refexiona: ¿Qué emociones sientes? ¿Qué pensamientos tienes? Identifícalos y trata de ver si existe algún paradigma de raíz que esté siendo detonado y compréndete a ti mismo.
3.- No asumas: Tendemos a asumir e interpretar sacando nuestras propias conclusiones, se consciente que no cuentas con la claridad ni evidencia de la razón del silencio, mantén abierta la posibilidad de que haya razones diferentes a lo que piensas.
4.- Reconceptualiza: Si esto te generó pensamientos y sentimientos negativos, ve las cosas desde otro punto de vista hacia una dirección positiva (ejemplo: piensa que quizá la persona prefiere esperar para responder, prefiere hablarlo en persona o no ha tenido tiempo de hacerlo).
5.- De ser posible, aclara: Lo mejor es aclarar y no dejar lugar a dudas o a malas interpretaciones. Busca claridad y una respuesta a tu mensaje, muchas veces quedas sorprendido de lo rápido que se resuelven las cosas y la tranquilidad que se genera gracias a una aclaración.
El silencio es un lenguaje en sí mismo, cargado de significados que a menudo dependen de nuestra interpretación. Este espacio vacío puede abrir la puerta a malentendidos y suposiciones equivocadas si no somos conscientes de cómo lo procesamos. Por eso, es vital cultivar una comunicación abierta, clara y honesta en nuestras relaciones, asegurándonos de expresar y recibir mensajes con transparencia.
Aun así, habrá momentos en los que el silencio no estará bajo nuestro control. En esos casos, la clave radica en mantener la calma y la claridad mental, evitando que nuestras emociones nos arrastren hacia conclusiones precipitadas. Recuerda, el silencio tiene tanto poder como las palabras; la diferencia radica en cómo elegimos entenderlo. ¿Optarás por la serenidad o permitirás que la incertidumbre te consuma? La decisión está en tus manos.
En mi proceso de Coaching en Neurociencia, ayudo a mis clientes a descubrir su condicionamiento mental y emocional, entenderlo y reconceptualizarlo para transformarlo de raíz, cambiar la manera en la que interpretan el entorno y modular y mejorar sus reacciones hacia una dirección positiva.
Si estás interesado en explorar cómo la neurociencia puede transformar tu vida personal o profesional, te invito a conocer más sobre mi programa en https://www.adrianabarbara.com/programa-neurocienca-en-liderazgo. Juntos, podemos descubrir cómo aprovechar al máximo el poder de tu mente para alcanzar tus metas.
No te pierdas mi próximo artículo, donde seguiremos explorando sobre la mente y cómo usarla de manera efectiva para obtener mejores resultados.
Excelente artículo, definitivamente el silencio rompe la comunicación o es una especie de comunicarse provocado por varias razones. Lo triste es que dejas al aire la respuesta al sentir de la otra persona.
Gracias por compartir.