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Venciendo la ansiedad: Transforma la preocupación en una herramienta para el crecimiento y la resiliencia

Foto del escritor: Adriana BárbaraAdriana Bárbara

Imagina el siguiente escenario: no has tenido una buena temporada en tu trabajo, no has alcanzado algunos objetivos y te empiezas a inquietar. Recuerdas que tu jefe te llamó la atención hace unos días y en la última junta tus aportaciones no fueron buenas. En ese momento, una imagen tuya siendo mal evaluado por tu jefe llega a tu mente ocasionando miedo y nerviosismo. Sigues pensando en ello y empiezas a preocuparte. Piensas ahora qué pasaría con tu trabajo, quizá te despidan debido a tu incompetencia, más si eso sucede, pasarías por situaciones económicas complicadas y pudieras no poder cubrir tus compromisos financieros, ¿qué pasaría?


Tu preocupación empieza a crecer. Pasan las horas y los días, sigues imaginando posibles escenarios: tus hijos están aún estudiando, necesitan tus ingresos para salir adelante, ¿qué será de ellos? Quizá habrá que vender un auto, o la casa. Esa pudiera ser una opción, más ¿dónde vivirían ahora? O podrías cambiarlos de escuela, algo más económico, pero ¿y si por ello pierden la oportunidad de entrar a una buena universidad? ¿Y si ya no consigues trabajo? La situación en el país es muy complicada, ¿qué pasará con su seguro de gastos médicos? ¿Y si se enfermamos todos? ¿Cómo pagarías? ¿Qué sería de tu familia? A estas alturas tu preocupación es tal que ya te es difícil controlarla llevándote a la ansiedad.


¿Te ha pasado que has caído en un bucle negativo similar?


Esto es precisamente lo que antecede y detona la ansiedad: la preocupación destructiva no controlada.


¿Qué es lo que desata este tipo de preocupación y cómo podemos manejarla para tener una respuesta constructiva ante la eventualidad y evitar la ansiedad? Acompáñame a descubrirlo.


En el día a día suceden cosas que nos preocupan: eventualidades que no esperábamos, situaciones adversas, amenazas a nuestra integridad o hacia los nuestros. Es totalmente normal el que al suceder esto, nos preocupemos, ya que, de alguna manera, vemos comprometido nuestro bienestar.


La preocupación en sí no es negativa cuando es bien manejada, al contrario, es positiva, ya que la tarea de preocuparnos implica reflexionar sobre los peligros que estamos enfrentando y ensayar mentalmente sobre posibles maneras de enfrentarlos. A esto le llamamos PREOCUPACIÓN CONSTRUCTIVA. Este tipo de preocupación nos impulsa a anticiparnos y prepararnos ante los riesgos: a analizar, reflexionar e idear planes de acción y soluciones para atacar al problema.


Por ejemplo, en el caso que mencioné al inicio sobre la mala racha que has tenido en tu trabajo, llega la preocupación, más te impulsa a buscar una solución: hablas con tu jefe, pides retroalimentación y apoyo y te dedicas a esforzarte y mejorar, antes de asumir un desenlace catastrófico. Pudieras quizá considerar el estar efectivamente teniendo un mal desempeño, más decides dejar ese pensamiento a un lado, esperar a hablar con tu jefe y tomar una perspectiva más esperanzadora, manteniéndote en tu plan de acción para dar seguimiento y solución.


Por otro lado, cuando la preocupación no es bien manejada, se convierte en el núcleo de la ansiedad. Tal y como lo vimos en el ejemplo, la preocupación se va construyendo sobre sí misma aumentando la gravedad de la situación y perpetuando el problema. Se vuelve repetitiva y crónica. Se intensifica la reflexión sobre el peligro mismo, y la persona se sumerge en el temor asociado con la catástrofe que se desataría si ocurre todo lo que imagina. Este tipo de preocupación se le denomina: PREOCUPACIÓN DESTRUCTIVA, en donde la preocupación alcanza una amplia gama de asuntos que no tienen posibilidad de ocurrir y se perciben peligros que los demás jamás notarían.


Cuando este tipo de preocupación persiste, se puede desatar la ansiedad: En este estado, las preocupaciones parecen surgir de la nada, son incontrolables, murmullan constantemente, no permiten razonar claramente, bloqueándote en un único e inflexible punto de vista acerca del tema que te preocupa.


Una vez en estado de ansiedad, se pueden experimentar afectaciones fisiológicas como insomnio, sudoración, aceleración del ritmo cardiaco o tensión muscular. Esto, además provoca que el cuerpo se mantenga en un estado de alerta que afecta el sistema inmune, disminuyendo su capacidad para defenderse y regenerarse. La ansiedad afecta también los procesos cognitivos, los cuales nos permiten analizar, tomar decisiones y pensar de manera clara y objetiva.


Ahora que entendemos cómo se genera la ansiedad a partir de la preocupación destructiva, veamos qué podemos hacer para evitarla y manejarla mejor.

A continuación, te comparto unos sencillos pasos para lograrlo:


Paso 1: Desarrolla auto consciencia: Aprende a identificar cuando se desata la preocupación captando los episodios inquietantes lo más pronto posible, esto es, en cuanto la imagen catastrófica dispara el ciclo preocupación – ansiedad.


Paso 2: Practica métodos de relajación en el momento, tales como:


  • Técnica de respiración: Inhala en 3 segundos, sostén 7 segundos y exhala en 9 segundos hasta que te sientas más tranquilo.

  • Mindfulness: meditación guiada o escaneo corporal para relajar músculos y mente.


Paso 3: Desafía el origen: Cuestiona activamente los pensamientos que originan tu preocupación con preguntas como:


  • ¿Es muy probable que el acontecimiento que temo ocurra?

  • ¿Realmente no hay solución?

  • ¿Me sirve de algo volver una y otra vez a estos pensamientos ansiosos?

  • ¿Existen pasos constructivos que pudiera dar en este momento?


Paso 4: Planea y ejecuta un paso inmediato: Piensa en algo sencillo que puedas hacer hoy para contribuir a la solución de aquello que te preocupa y llévalo a cabo.


Practicando estos sencillos pasos una y otra vez, podrás formar en ti el hábito de manejar tus preocupaciones de manera efectiva y transformarlas en una herramienta útil para accionar y resolver cualquier situación.


¿Qué es lo que te preocupa hoy? ¡Identifícalo y sigue los pasos!


En mi proceso de Coaching en Neurociencia, ayudo a mis clientes a desarrollar la habilidad de la autoconsciencia y gestión mental y emocional para tener una vida con mayor bienestar y proactividad.


Si deseas aprender a entrenar tu mente hacia un estado constructivo y mejorar tu calidad de vida, te invito a conocer mi programa de Coaching en www.adrianabarbara.com. Descubre cómo la ciencia puede ayudarte a alcanzar tus metas.


No te pierdas mi próximo artículo, donde seguiremos explorando sobre la mente y cómo usarla de manera efectiva para lograr sus objetivos.

 

 
 
 

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